Túpolev ANT-25 aterriza en Vancouver
Documental "Aviones Secretos Rusos de la Segunda Guerra Mundial"
Túpolev ANT-25:
En 1937 la aviación soviética se colocó a la par de las del resto del mundo gracias a dos vuelos sensacionales entre Europa y América por la ruta polar. Utilizando un ANT.25 de un solo motor diseñado por A.N. Tupolev, un enorme monoplano de 34 metros de envergadura, Valery Chkálov y su tripulación permanecieron 62 horas y media en el aire para cubrir 5.507 millas (casi 9.000 km) entre Moscú y Vancouver.
Un mes despúes, Mijail Gromov llegó un poco más lejos, hasta San Jacinto en California, en 62 horas y cuarto. Desde el punto de vista de Pravda, un vuelo non stop de más de 6.000 millas significaba que ya ninguna capital del mundo estaba a salvo: “Nuestros enemigos extranjeros que nos amenazan con la guerra deben saber que estamos mucho más cerca de sus capitales que lo estamos de Portland o San Jacinto”.
El enemigo al que aludía Pravda era la Alemania gobernada por el partido nazi, la cual, todavía lejana la firma del pacto germano-soviético, multiplicaba sus manifestaciones hostiles contra la Unión Soviética y mantenía una fuerza expedicionaria en España.
La Legión Cóndor había reducido Guernica a cenizas sólo dos meses antes de las hazaña de Chkalov. Aviones soviéticos I.15 e I.16 (y aviadores de la URSS) se enfrentaban en España a los aviones alemanes y sus tripulaciones de la Luftwaffe. Empero la ruta polar abierta en 1937 se convertiría solo 10 años después en la mayor pesadilla de los Estados Unidos, pues marcaba la ruta de ataque de los bombarderos soviéticos hacia las ciudades norteamericanas.
1937 fue también el año en que la represión alcanzó su mayor desarrollo. Muchos millares de ciudadanos soviéticos fueron encarcelados, bajo acusaciones de todo tipo, desde espiar para los japones a emborracharse con demasiada frecuencia. Se llamó a esa época terrible la yhezovschina (“La era de Yhezov”, por el nombre del jefe de la GPU.
La paternal atención de Stalin a las vidas de sus aviadores continuaba mientras la represión continuaba a buen ritmo, cuando casi 5.000 oficiales de las Fuerza Aéreas (el 36% del total) ya habían sido detenidos en la Gran Purga. Era Stalin quien, lápiz en mano, trazaba las rutas polares que llevarían a los aviadores soviéticos al récord, y también él quien reprendía al piloto Chkálov por ser reacio a usar el paracaídas: “su vida es más preciosa para nosotros que cualquier avión”
Al parecer, fue el mismo Stalin quien encargó la construcción del ANT-25, en 1933. Eso no salvó a A.N. Tupolev, su diseñador, sin duda el más famoso diseñador de aviones soviético del momento, que fue encarcelado en 1937 en plena yezhovschina. La Oficina de Tupolev era la más importante de todas, y colaboradores ilustres como V. M. Petlyakov y V.M. Myasishchev fueron atrapados con él. En 1937 la mitad de los diseñadores, técnicos e ingenieros aeronáuticos de la Unión Soviética estaban en prisión, y buena parte de ellos murieron en el Gulag o fueron ejecutados.
Tras los primeros momentos de furor justiciero estalinista, se cayó en la cuenta de que la industria aeronáutica soviética había quedado privada de muchos de sus más valioso elementos. La solución conisitió en crear cárceles especiales para técnicos, donde estos pudieran seguir aportando su trabajo al Estado. Andrei Tupolev apareció en uno de estos sharaga llevando un saco con trozos de pan y de azúcar. “Se negó a abandonar el saco, aun cuando le dijeron que la comida mejoraría”
Fuente: www.aeropinakes.com