miércoles, 29 de enero de 2014

Documental "Kamikazes Japoneses -El Viento Divino-"


Pilotos kamikaze del escuadrón 71


Documental "Kamikazes Japoneses -El Viento Divino-"


Entrenamiento y tácticas kamikaze:

Entrenamiento:

El programa que debían seguir los pilotos con base en Formosa es un buen ejemplo del entrenamiento que recibían los pilotos tokkōtai, el cual se dividía en breves y diversas fases. En primer lugar, el adiestramiento de los nuevos pilotos tenía una duración de siete días, dedicando las primeras dos jornadas únicamente al ejercicio de despegue. Este tipo de ejercicio cubría el período que iba desde el momento en que se impartía la orden para una misión hasta el momento en que los aparatos quedaban situados en formación de vuelo. Los dos días siguientes se dedicaban al vuelo en formación, mientras proseguían simultáneamente las prácticas de despegue. Los últimos tres días estaban dedicados, de manera especial, al estudio teórico y a los ejercicios prácticos de aproximación al objetivo y al ataque; entre tanto, continuaban también los ejercicios de despegue y de vuelo en formación. Si aún había tiempo, se repetía el proceso por segunda vez.

Tácticas de ataque:

Para los cazas ligeros y rápidos, como los Zero (nombre en código para los aliados Zeke), y los bombarderos embarcados tipo Suisei (nombre en código Judy) se adoptaron dos métodos de aproximación con vista a los ataques especiales:59 a la máxima o mínima altura posible. Aunque desde el punto de vista de la exactitud de la navegación y de la buena visibilidad hubiera sido preferible una altura media, se prefería renunciar a estas ventajas en consideración a otros factores. En efecto, la altura preferida estaba comprendida entre los 5.500 y 6.500 metros de altura y ello por varias razones:

Cuanto mayor es la altura, más difícil se hace la intercepción por parte del enemigo.
Había que tener en cuenta la maniobrabilidad de un avión cargado con una bomba de 250 kilogramos.
La máxima velocidad era alcanzada al entrar en contacto.
Obligaba a los artilleros a disparar a la máxima elevación dificultando el centrado.
El éxito era mayor cuando existía un cielo con bajo techo de nubes.

El Mitsubishi A6M, conocido como Zero, fue el avión más utilizado para los ataques suicidas.

En lo que respecta a la aproximación a poca altura de los aparatos japoneses, volaban lo más cerca posible de la superficie del mar de modo que se retrasara al máximo su localización por los radares aliados. En las postrimerías de 1944 se consideraba que el radar estadounidense tenía un alcance efectivo de 160 kilómetros a gran altura y de 30 a 50 kilómetros a baja altura. Este último era muy poco efectivo debido a la barrera antiaérea que se establecía. Además, muchas aeronaves y pilotos eran derribados antes de llegar al objetivo.

En las ocasiones en que se disponía de muchas unidades de ataque, se aplicaban simultáneamente el método de aproximación a baja altura y el de alta cota, además desde varias rutas.

Para el ataque final suicida los pilotos tenían un orden de prioridades: En los portaaviones, el mejor blanco era el elevador principal; seguían luego, en orden de preferencia, el elevador de popa o el de proa. En cuanto a los demás tipos de grandes unidades de guerra, el mejor blanco era la base del puente de mando. En los destructores y otros pequeños buques de guerra y de transporte, un impacto en un punto cualquiera, situado entre el puente de mando y el centro del navío resultaba generalmente de gran eficacia.

Rikihei Inoguchi explicaba que:

[...]de no haber sido por la falta del número necesario de aparatos, lo ideal habría sido enviar contra cada gran portaaviones cuatro aviones kamikaze: dos contra el elevador central y los otros dos contra los de popa y proa, respectivamente. Así, en teoría, dos o tres atacantes se consideraban el número ideal para un portaaviones de escolta.

[...]pero lo cierto era que en la práctica los portaaviones estadounidenses eran demasiados, y nosotros disponíamos de muy pocos aparatos para realizar esta tarea. En consecuencia, para obtener al menos un golpe «centrado» y eficaz, contra cada portaaviones se enviaba a un solo aparato: un avión por cada buque de guerra.

Tácticas defensivas de los aliados:

A comienzos de 1945 el comandante John Thach, quien ya era famoso por el desarrollo de tácticas en contra de ataques de aviones japoneses, desarrolló un estrategia en contra de los pilotos suicidas llamada «Gran Manta Azul».62 Esta maniobra contemplaba mantener todo el tiempo posible patrullajes aéreos alrededor de la flota aliada; sin embargo, debido a que se detuvo la capacitación de nuevos pilotos, no había los elementos suficientes para mantener segura la flota y detener la amenaza japonesa.

Del mismo modo, Thach recomendó patrullas de combate aéreo con más elementos, ataques intensivos en contra de las bases japonesas aéreas, bombardeo de las pistas de aterrizaje con bombas de acción retardada para hacer más difíciles las reparaciones y una avanzada de destructores y destructores escolta a por lo menos 80 kilómetros de la flota principal para poder recibir las señales de radar con anticipación. Además, mejoró la coordinación entre las fuerzas aéreas de los portaaviones con el resto de la flota.

A finales de 1944 la flota británica del Pacífico utilizó sus aviones Supermarine Seafire a grandes alturas para tareas de patrullaje y combate aéreo. Estos aviones fueron utilizados frecuentemente para contraatacar los ataques suicidas japoneses durante y posterior a la batalla de Iwo Jima.

Conforme avanzó la guerra las tropas aliadas comenzaron a acostumbrarse a la metodología de los ataques suicidas, además de que la poca o nula experiencia con que contaban los pilotos facilitaba la labor defensiva ya que un piloto experimentado no tenía problemas en perseguir y derribar a uno novato. Se desarrollaron también otro tipo de tácticas, como el de disparar justo enfrente del avión rasante para crear una barrera de agua la cual hundía el avión enemigo.

Fuente: Wikipedia

Parte 1ª


Parte 2ª


Parte 3ª